jueves, 4 de agosto de 2011

El CUSCO INCAICO

El viajero que camina esta ciudad que solamente era de palacios y templos durante el Tahuantinsuyo, encontrará maravillosos e imponentes vestigios de sus muros de piedra azul, en los que piedras de distintos tamaños encajan perfectamente unas con otras, en las que no puede penetrar un alfiler.

El Virrey Toledo,  dijo del Cusco “Es de tan grandes piedras que parece imposible haberlo hecho fuerza e industria del hombre.

Quizá la más auténtica visión de este Cusco incaico la dejaron escrita los tres cronistas españoles: Pedro Sancho, Miguel de Estete y Pedro Pizarro fueron los testigos presenciales el 15 de noviembre de 1522, en la que ingresaron por primera vez los conquistadores españoles. Según dejaron escritos en sus crónicas, la sorpresa para ellos no tuvo límites. Pedro Sancho anota de los enormes muros geométricos de templos y palacios: “que nadie puede creer que han sido puestos allí por la mano del hombre. Y termina exclamando ante la vista de la inmensa fortaleza de Sacsayhuaman: “No hay en Europa edificio como esta fortaleza ni castillo más fuerte”.

“Encontraron también, dice, “más de veinte estatuas de oro y plata, de tamaño natural, representando hombres y mujeres a las que se les rendía culto con una persona de servicio como si estuvieran vivas”.

Pero el lugar que más llamó su admiración fue el Coricancha, Templo del Sol.

Entre los grandes palacios que alcanzan a escribir, mencionan los que estaban en la gigantesca plaza Huacaypata de donde partían los cuatro caminos hacia las cuatro grandes regiones del imperio: Chinchaysuyo, al norte; Contisuyo, al oeste; Collasuyo, al sur y el Antisuyo, al este selvático, De allí quizá la interpretación del nombre del Cusco como “ombligo del mundo


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